Gracias a: El Periódico Catalán
Berto Romero: "La sombra de Buenafuente es alargadísima"
--¿Cómo será cada domingo El programa de Berto?
--Muy sencillo en su forma pero no simple. Son 45 minutos hechos a la medida de un humorista, que en este caso soy yo, y vamos a hacer todo lo que se me da bien y lo que me gusta. Contamos con un plató muy pequeño con la gente muy cerca, pero es que me gusta tenerla así. No hay mesas, ni secciones. Voy a estar de pie, moviéndome, y el cuerpo vertebrador del programa será mi discurso, una especie de monólogo en el que van entrando y saliendo los elementos del programa: sketches, reportajes, el reportero Stefano, mi álter ego, una canción...
--¿Es un programa de autor?
--Sí, muy de autor. Nos fijamos en esos programas que en EEUU llaman personality, hechos a la medida del humorista, que en este caso soy yo. Sean monólogos, comedias de situación o shows, todos se hacen contando con la personalidad del protagonista, y eso hemos hecho.
--¿A quién se le ocurrió la idea?
--De hacerlo, a la cadena y a la productora, y a mí la de cómo hacerlo. Si hubiéramos querido, podríamos haber intentado otro Buenafuente, pero no era eso lo que me apetecía. Cuando sustituí a Andreu este verano me di cuenta de que hay cosas que me gusta hacerlas más que otras. Yo disfruto con el monólogo, con el gag, cantando, hablando con el público; pero la entrevista, por ejemplo, no acaba de convencerme.
--¿Estará ligado a la actualidad?
--Soy un amante de la realidad, no de la actualidad. Parodiar la actualidad está bien para un programa diario, y es lo que nutre la mayor parte de los espacios de humor. Pero a mí no me acaba de convencer, porque acabas siendo esclavo de la actualidad, y hay que hacer los chistes sobre lo que ha pasa cada día, lo que hace muy similares unos programas de otros. Nosotros apostamos más por la realidad, temas que están en la calle, de los que se habla, que no son portada del diario.
--¿Qué cree que ha gustado al público de usted?
--Intento no analizarlo, porque si le doy muchas vueltas tengo miedo de perderlo, sea lo que sea. Creo que la gente valora una manera de hacer, que no es buscada, sino muy natural. El personaje se ha hecho a ojos vistas desde el primer día. No sé, yo no me veo, pero me gustaría que se percibiera una gran naturalidad.
--Aparte de Buenafuente, que es su tío y ha sido su jefe, ¿hay humoristas que le han enseñado o a los que le gustaría parecerse?
--¡Ojo! Buenafuente sigue siendo mi jefe, que preside El Terrat y es socio de La Sexta. Su sombra es alargadísima. Hablando en serio, le considero mi maestro, se aprende mucho de él sin querer, solo por porosidad. Tiene mucho sentido del gag y mucha intuición. Por lo demás, me han influido muchísimos humoristas, aunque soy muy poco mitómano. Lo que sí he sido desde pequeño es un obsesionado por el humor y he consumido de todo. Los que más me han marcado son los de siempre: Faemino y Cansado, Gila, Rubianes, que en paz, descanse, Monty Python... Pero también he aprendido de Chiquito, de los Morancos o de vídeos de internet. Soy muy Turmix.
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Entrevistas
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